[COLUMNA] Pati Calfio: El día en que me salieron canas
El año pasado comencé a observar cómo en mi cabeza debutaban las canas. Si bien antes tenía una que otra, esta vez fue como si me hubiese caído un tarro de tempera blanca en la cabeza, como que esos "lunares de canas" llegaron a habitarme...
Mi pelo es oscuro, castaño oscuro, por lo tanto, no pasan inadvertidas. En un primer ataque de histeria quise arrancarlas todas, pero respiré y concluí que volverían a crecer, y ese proceso tan desagradable de ver un pelo corto, más grueso, y blanco, que al parecer estaba muy ocupada y no pude ver, se volvería a repetir, pero ahora estaría más pendiente y atenta a cada una que casi les pondría nombres.
Así que las dejé crecer, pero en este proceso de hacerme la "cool" con las canas, sucumbí ante la tentación del tonalizante, que es una tintura sin amoníaco que se sale con los lavados, y me compré uno. Me creí peluquera eligiendo el color y, por supuesto, me equivoqué. Mi color natural no cambió mucho, pero estos pelos blanco quedaron entre amarillos y verdes. Como guinda de la torta me encontré con mi amigo Gonzalo Figueroa (Leonidas Hairdresser) que resaltó con humor mi tremendo error.
Luego de eso elegí pensar que fue una señal y decidí dejar mi cabeza tranquila. Que las canas dejaran de ser una molestia o un tema. Uno de los motivos principales para optar por las canas ha sido el aprender a aceptar el paso del tiempo con lo que traiga para mí. Tampoco quiero tener que pasar por la esclavitud de la tintura por la que he visto a tanta mujer complicada cuando comienza a aparecer esa línea de cabello blanco, junto a un tono totalmente opuesto. Momento que las complica porque hay que disponer de bastante tiempo para cubrirlas, y porque además una parte del presupuesto quincenal se debe destinar a este ítem.
No ha sido una misión sencilla, porque la gente parece querer dar su opinión al respecto de mi pelo. Como ya he repetido en varias ocasiones, finalmente mis canas le molestan más a otras personas que a mí.
Por otra parte, a lo largo de este tiempo he conocido y también recordado a mujeres que han llevado sus canas con orgullo, que las cuidan como un tesoro preciado, y que me han inspirado y alentado a vivir libre. Porque no es lo mismo tener 60 años y elegir no teñirte más, que hacerlo en los 30, aquí el desafío mental y emocional.
Si estás pensando seguir el mismo camino que yo, pero te gustaría comenzar de a poco, una opción es hacer "reflejos" en las partes oscuras para que las canas pasen un poco más desapercibidas, mientras logras un pelo mayormente blanco.
Es importante preocuparse de mantener estos pelos hidratados y controlados para que su textura más gruesa no difiera tanto del resto de tu cabellera. Para mí los alisados Brasil Cacau o Coffee Premium han sido tremenda solución, pues ver esa cana "enrulada" y porfiada hace el look menos moderno, y más descuidado. También puedes hacerte un brushing en casa después de cada lavado para lograr un aspecto pulido.
Por último, las canas pueden hacerte ver más cansada, por lo tanto, no olvides darle color a tu rostro con un poco de bronzer, corrector de ojeras y máscara de pestañas, también los tonos fuertes en la boca quedan muy bien.