El verano, con sus días de sol, playa y piscina, puede dejar nuestra piel deshidratada y dañada. La exposición prolongada al sol, el agua y la interrupción de las rutinas de cuidado, provocan resequedad, sensibilidad e incluso pueden agravar enfermedades cutáneas preexistentes.
La Dra. Silvia Soto, dermatóloga de la Universidad de Chile y especialista para Lactovit, explica que la exposición a ambientes acuáticos provoca que la piel "pierda agua en forma excesiva y se tienda a sentir seca. Eso es reflejo de que tenemos menos lípidos en la piel y por eso la vemos escamosa, sin brillo y más sensible". Además, las quemaduras solares pueden causar enrojecimiento, ardor y descamación.
¿Cómo revertir el daño?
La Dra. Soto enfatiza la importancia de retomar las rutinas de hidratación y elegir productos adecuados. "La urea, por ejemplo, es un compuesto químico humectante que podemos encontrar naturalmente en nuestra piel y tiene múltiples propiedades: hidrata, disminuye la pérdida de agua, refuerza la función de barrera de la piel y exfolia suavemente", señala.
Otro ingrediente recomendado es el ácido láctico, "conocido por ayudar a renovar las células muertas de la piel, mejorar su textura y favorecer las propiedades humectantes".
La dermatóloga también recomienda evitar bañarse con agua muy caliente, frotar la piel excesivamente al secarse y exfoliar con productos muy abrasivos. Es crucial aplicar la cantidad suficiente de crema hidratante con la frecuencia adecuada.
Finalmente, la Dra. Soto advierte sobre el daño a largo plazo causado por la exposición solar: "El 80% del envejecimiento de la piel es producto de la radiación solar que recibimos sin protección solar adecuada, por tanto evitar esa situación es el primer y más importante consejo".